Evaluación y perspectivas de la industria manufacturera en la provincia de Buenos Aires post-COVID19: un estudio de los sectores de metalmecánica y bienes de capital con vistas a una estrategia de recuperación y desarrollo

Director: Rougier, Marcelo
Integrante/es: Coviello, Ramiro , Odisio, Juan , Rougier, Marcelo , Gil, Luciana Victoria , Molinari, Andrea , Raccanello, Mario , Beorlegui, Hernán , Patrucchi Leticia , Gasparini Cintia

Integrantes externas al IIEP: Leticia Patrucchi y Cintia Gasparini _________________________________________________________________________________________________________________________________________ Este proyecto tiene como propósito general proponer soluciones a la situación crítica de la producción industrial de la Provincia de Buenos Aires por efecto de la pandemia de COVID-19, que agudizó la contracción sufrida por el sector en los últimos años. La industria manufacturera argentina se encuentra en una crisis de múltiples motivos y expresiones. Desde mediados de 2018 y hasta fines de 2019 la industria nacional enfrentó una continua contracción, lidiando con diversas problemáticas como la caída del consumo, la inestabilidad cambiaria, la inflación de costos, la apertura comercial y las altas tasas de interés para financiarse, además de limitaciones más estructurales en términos de falta de inversión en equipamiento, tecnología, investigación y calificación de su fuerza laboral. A esta delicada situación, se sumó el rotundo cambio de expectativas económicas y financieras a nivel mundial provocado por la irrupción de la enfermedad COVID-19 desde inicios de 2020 y aún más a partir de su declaración como pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo, que no tardó en impactar en vastos sectores productivos del país. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos internacionales como la CEPAL, la economía argentina, al ser alcanzada por el impacto de la pandemia global de coronavirus, reducirá su PBI por en su tercer año consecutivo, alrededor de un 6,5% en 2020, con esperados efectos negativos en términos de empleo, pobreza y equidad (CEPAL, 2020). En cuanto al sector manufacturero, según estimaciones de la consultora FIEL, para el segundo semestre de 2020 se anuncia una contracción interanual de dos dígitos. En esta dirección, la facturación de la industria manufacturera cayó 26% interanual en términos nominales, llevando a que -a partir de una inflación anual en torno al 50%- la caída real haya sido a más de la mitad (-51%), siendo la actividad más afectada de la economía detrás de la hotelería y la gastronomía. Por su parte, la Unión Industrial Argentina estima (con datos de marzo) que existe una gran cantidad de empresas inactivas, mientras que el 72% de las empresas de su encuesta supera el 60% de reducción de la demanda de sus bienes (CEU, 2020). Las implicancias de los datos recientes son sumamente graves al considerar que la industria perdió en los últimos cuatro años más de 4.200 empresas y 141 mil empleos registrados. La compleja situación del sector se da, por otra parte, en un contexto de fuerte restricción del intercambio a nivel mundial, donde la Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que la caída del comercio internacional de mercancías será de entre el 13% y el 32% para 2020. A nivel regional, la UIA estima que la recesión en Brasil, principal economía del Mercosur, afectará aun fuertemente a las fábricas locales, en tanto que el 30% de las exportaciones industriales argentinas tienen ese destino. Ya en febrero, las exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI) dirigidas hacia Brasil habían un 11,5% (UIA, 2020). En marzo (mes en que se empieza a registrar el impacto de la enfermedad COVID19 en Argentina) se observa que las exportaciones de MOI son en su totalidad 20,5% inferiores a un año atrás; dentro de ellas, las exportaciones metalmecánicas se contrajeron casi 40 puntos porcentuales. En lo referido a importaciones vinculadas con el proceso industrial, se observa el desplome en el ingreso desde el exterior de bienes de capital por 25% y de piezas y accesorios para estos bienes por 27% (INDEC, 2020). La Provincia de Buenos Aires –que para 2017 alojaba el 39% de la población del país, el 21% del empleo industrial registrado nacional y ocupaba el primer lugar en el ranking de exportaciones por provincia (Ministerio de Hacienda, 2018)– sufría desde antes del comienzo de la pandemia un descenso prolongado de su actividad industrial. Según el Indicador Sintético elaborado por la Dirección Provincial de Estadística, la producción industrial bonaerense cayó 15% entre 2013 y 2019, con una caída interanual para el último año del 7% (Ministerio de Hacienda y Finanzas, 2020). Sobre esta dinámica, el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) dictado por el Gobierno Nacional (Decreto 297/2020) como medida excepcional para afrontar el avance de la enfermedad implicó necesariamente un freno a gran parte de la producción industrial alojada en territorio bonaerense. Este contexto puso de relieve, por un lado, la centralidad que tiene la movilidad de la fuerza de trabajo en los sistemas de producción, aun cuando existen herramientas que podrían reducir la necesidad de la presencia física en ciertas tareas vinculadas a la producción industrial (sólo a modo de ejemplo, aquellas administrativas). En este sentido, el aislamiento necesario por la pandemia expuso con crudeza las ya identificadas limitaciones en la conectividad digital y restricciones en la infraestructura comunicacional dentro de la provincia, que limitan un mayor crecimiento de múltiples sectores (CIECTI, 2019). Por otro lado, el contexto generó inmediatas transformaciones en materia de salud, seguridad e higiene, renovando el interés por equipamiento e insumos vinculados a ellas. En este escenario, para la producción industrial se presenta una serie de problemas que va desde las diferentes capacidades de las empresas (grandes, medianas y pequeñas) para sostener su existencia sin producción ni ventas (de acuerdo a la UIA, numerosas ramas industriales registran un desplome en sus ventas de hasta el 100%); la incertidumbre acerca del contexto económico que deberán enfrentar en el futuro cercano (condicionado por los altos niveles de aislamiento y la evolución del mercado, tanto a nivel nacional como internacional); y las dudas que genera el desafío de retomar su producción y/o generar una reconversión de su producción en el mediano y largo plazo. Todo esto sin perder de vista, a su vez, que aumenta progresivamente la variedad de factores que afectan la planificación de su producción, que incluyen desde la salud de sus trabajadores hasta el cuidado del medio ambiente. En este sentido, dadas las restricciones que el cambio climático había impuesto con anterioridad a la crisis sanitaria mundial, las normas internacionales establecen ciertos objetivos a cumplir para reducir la contaminación ambiental y las ramas industriales que exportan deben ajustarse a las mismas al planificar su actividad. Frente a esos problemas, existe un consenso creciente acerca de la necesidad de fortalecer el papel del Estado en tanto garante del funcionamiento y de las reglas del mercado y como emprendedor en áreas donde el sector privado ha demostrado severas limitaciones, como en aquellas actividades más intensivas en ciencia, tecnología e innovación (Sabato y Botana, 1968; Diamand, 1976; Mazzucato, 2014). Tal como recuerda Mazzucato (2020), la pandemia presenta una oportunidad para que el Estado se renueve en este papel y no sólo lidere y diseñe soluciones para los problemas inmediatos, sino que también fortalezca su capacidad para que los beneficios de la inversión pública no sean cooptados exclusivamente por intereses privados y realmente favorezcan el bien común a largo plazo. Para lograr eso, la coordinación de las actividades públicas y privadas, que en gran parte se apoyan en la existencia relaciones constructivas entre el Estado y los empresarios, emerge como una necesidad fundamental. Es histórica y vasta la experiencia y la literatura tanto internacional (Schumpeter, 1912; Wilks y Wright, 1987; Olson, 1996; Evans et al., 1985; Schneider, 2004) como nacional (Prebisch en CEPAL, 1952 y 1953; Ferrer, 1997 y 2005; Schvarzer, 2000; Viguera, 1997; Acuña, 1995; Castellani, 2006; Beltrán, 2011) que demuestra que del tipo de relaciones que construyan los Estados y los empresarios depende buena parte de las posibilidades de desarrollo de un país. En este sentido, el proyecto propuesto facilitará al Estado, en la figura del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Buenos Aires, un conjunto de herramientas analíticas indispensables para aquella renovación en el campo industrial de la provincia de Buenos Aires, esto es: para fortalecer su capacidad de evaluar, diseñar e implementar políticas públicas que respondan a los problemas que enfrenta la industria durante la pandemia y que lideren una reactivación y/o transformación de la misma en el futuro cercano (incluyendo la más inmediata “post-pandemia”) con la participación activa del sector privado. En este sentido, el proyecto busca facilitar, por medio de sus actividades, un diálogo continuo con los empresarios que abra las puertas a la integración de mesas sectoriales renovadas o hasta de un más amplio consejo económico y social. Se trata de contribuir a que el Estado asuma el liderazgo de la coordinación necesaria con el sector privado para permitir que la crisis se transforme en una oportunidad de despliegue de las capacidades productivas provinciales.